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Regístrate y accede a la revistaEn Educación Técnico-Profesional
Les pedimos al Mineduc, al exsecretario de Educación Técnica y al director de Acción Educar realizar una evaluación sobre las propuestas que buscan entregar una mayor visibilidad al sector: los nuevos CFT, capacitación de los docentes, la articulación con las empresas y las transformaciones a nivel de política pública. Esto fue lo que nos dijeron…
En los últimos años la formación técnico-profesional se ha instalado en el debate público, ganando terreno en un espacio reservado generalmente para un sistema educativo de corte más académico. No debe llamar la atención, entonces, que el 41% de los estudiantes de educación media y 51% de educación superior en Chile opten por la formación técnica para desarrollarse laboralmente.
Según los expertos, ha surgido una nueva mirada que rompe con la tradición de la formación técnica como una respuesta a los requerimientos del sector productivo, entendiéndola ahora más bien como un espacio que aporta tanto al desarrollo económico como a la equidad social y a la sustentabilidad. “En ese sentido, el concepto central de la formación técnico-profesional es el desarrollo de trayectorias diversas y no necesariamente lineales, a través de las cuales estudiantes y trabajadores aportan al desarrollo del país con una mirada territorial”, asegura Marcela Arellano, secretaria ejecutiva de Formación Técnico-Profesional del Mineduc.
Explica la funcionaria que la política pública desarrollada en este período se hace cargo de la formación técnico-profesional en dos frentes: por un lado, incorpora de manera explícita la formación técnica en la Reforma Educacional; y por otro, desarrolla acciones específicas destinadas a generar un Sistema de Formación Técnico-Profesional mediante la articulación entre los mundos de la educación, la capacitación y el trabajo.
De hecho, el Consejo Asesor de Formación Técnico-Profesional, que opera desde 2016, se encuentra desarrollando una Estrategia Nacional de Formación Técnico-Profesional de la que participan los ministerios de Educación, Trabajo, Economía y Hacienda, así como los empleadores (a través de la CPC) y trabajadores (a través de la CUT). “A diferencia de instancias similares desarrolladas anteriormente, la participación en este Consejo es de carácter institucional; lo que otorga formalidad a los acuerdos que se alcancen en él y permite apuntar hacia un horizonte compartido y de largo plazo en lo que respecta a políticas públicas en el área de formación técnica”, dice Marcela Arellano.
Sin embargo, según Alejandro Weinstein, exsecretario ejecutivo de Formación Técnico-Profesional del Ministerio de Educación y gerente de la Corporación Educacional de Asimet, pese a que se trata de una instancia que debería generar algún impacto público, hasta ahora no lo ha hecho. “La mejor manera de generar visibilidad es promover políticas públicas que permitan que las familias elijan buena educación técnica y que eso mejore la productividad de las empresas y, por lo tanto, se desarrolle el país”.
Porque, según explica Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar, de acuerdo a los datos del SIES, el 45% de la matrícula total de pregrado está en CFT e IP, lo que demuestra que la enseñanza técnica hoy es tan preferida como la universitaria. “Con todo, es importante transmitir con mayor fuerza las bondades de la educación técnica y dejar claro que no es la hermana menor de la educación superior, sino que constituye una opción real para un grupo importante de jóvenes que buscan una inserción rápida y adecuada en el mundo laboral”.
Centros de Formación Técnica estatales
Entre las acciones concretas desarrolladas de manera específica para fortalecer la formación técnico-profesional destaca, sin duda, la creación por ley de 15 centros de formación técnica estatales, de los cuales cinco comenzarán las clases en marzo de 2018. “Esta instancia marca una presencia histórica del Estado en la educación superior técnico-profesional, de la que se encontraba ausente desde hace 40 años, fortaleciendo el sistema de provisión mixta que Chile ha decidido desarrollar en el ámbito de la educación”, dice Arellano.
A lo que Alejandro Weinstein responde: “Me encantaría que los CFT fuesen un aporte”. El experto no ve posible que los cinco primeros alcancen a empezar sus clases en abril de 2018 y, en su opinión, “si algunos de esos cinco llegan a empezar con clases, lo harán de manera muy precaria, improvisada”.
En su opinión, lo ideal es que se entreguen respuestas a las necesidades locales con equipamiento y profesores de primera, “necesitamos más y mejores técnicos, y por otro lado, necesitamos posicionar más el tema de la educación técnica. Creo que, sin duda, en eso sí va a ayudar la creación de estos CFT porque el tema de los técnicos va a estar en los medios de comunicación”.
En esa línea, dice Raúl Figueroa, “es de esperar que los CFT estatales sean un aporte para el país; sin embargo, es complejo considerando las dificultades de implementación que tienen las instituciones de estas características y las capacidades limitadas que el Estado ha demostrado tener en esta materia”.
Asegura que el proyecto para la creación de los nuevos CFT estatales fue ampliamente discutido y recibió críticas transversales, faltando una reflexión previa más profunda respecto de si efectivamente se justificaba. “Lo razonable y eficiente habría sido desarrollar políticas que potenciaran las instituciones ya existentes y fomentaran el acceso a ellas, más que invertir en nuevos centros de formación técnica, considerando que la matrícula es amplia y la cobertura bastante completa a nivel nacional”, dicen en Acción Educar.
A lo cual Marcela Arellano rebate: “Los CFT estatales tienen un carácter regional que les permitirá aportar una mirada territorial al sistema de educación superior TP. Por ello, las decisiones de emplazamiento y áreas a priorizar se han tomado en la región, y la ley que crea los CFT exige mantener este vínculo en el desarrollo del proyecto educativo. Este vínculo se refuerza a través de la existencia del directorio de cada CFT estatal, que debe incorporar a representantes regionales del sector productivo, la capacitación y la formación”.
Agrega Arellano que, junto a ello, los CFT estatales están obligados a articularse con los establecimientos de educación media TP del territorio, “permitiendo con ello, tanto el reconocimiento de aprendizajes de los estudiantes como el trabajo en red entre los niveles de educación media y superior técnico-profesional”.
¿Y los docentes?
Otra de las aristas es el hecho, coinciden los expertos, que la EMTP requiere docentes con las calificaciones necesarias para enseñar en esta modalidad, capaces de incorporar metodologías de enseñanza innovadoras y prácticas, que motiven la participación y creatividad de los alumnos, considerando el desarrollo de habilidades blandas, fundamentales para desenvolverse en las empresas.
Definitivamente, estamos al debe, pero es una situación muy compleja, dice Alejandro Weinstein. A su parecer, fue un avance la renovación del currículum. “Además, se ha incorporado equipamiento en los liceos y, por último, se han financiado distintos modelos de vinculación entre los liceos y las empresas, lo que está pendiente son los docentes. Como todo problema complejo, debemos enfrentarlo con una serie de medidas complementarias”.
Explica que lo primero es promover que buenos técnicos que hayan estudiado en CFT o IP hagan clases en sus áreas de especialidad. Luego, a esos técnicos hay que incorporarlos en programas vespertinos de 18 meses donde obtengan su título de profesor. “Debemos promover que los profesores hagan pasantías en empresas. Ofrecer distintos cursos de perfeccionamiento y actualización para los actuales profesores que manejen las nuevas tecnologías y metodologías de cada especialidad. Tampoco podemos descartar las relaciones con otros países: debemos traer expertos que capaciten y actualicen a nuestros profesores, y hay que potenciar programas de Becas Técnicos para que los profesores de EMTP se capaciten en España, México, Brasil, Colombia u otros países avanzados en cuanto a educación técnica”, dice Weinstein.
Porque, afirma Raúl Figueroa, hoy el sistema de enseñanza media necesita ser dotado de mayores capacidades y en eso los profesores juegan un rol fundamental. Esto es aún más claro en el caso de la EMTP donde los docentes requieren de características específicas y variadas, que consideren las distintas especialidades. “En esta línea, es importante avanzar hacia un método flexible que permita, por un lado, mejorar la capacitación del equipo docente y, por otro, fortalecer los lazos con el mundo productivo para que con su experiencia puedan contribuir en la formación de los futuros técnicos”.
En esa misma línea, acerca de la integración de la formación técnica en la Reforma Educacional, Marcela Arellano explica que “es importante destacar la incorporación plena de los docentes de formación diferenciada técnico-profesional en el Sistema de Desarrollo Profesional Docente. También, la aplicación de la Evaluación Docente nos permitirá detectar de mejor forma las brechas que existan en las capacidades técnicas y pedagógicas, y en esa línea, mejorar la efectividad del apoyo entregado a los docentes para mejorar sus competencias y con ello fortalecer los aprendizajes de los estudiantes”.
Articulación con el sector productivo
Otro de los aspectos relevantes, dice Raúl Figueroa, es que para fortalecer y mejorar la formación técnica es importante articular la EMTP con el sector productivo y con la enseñanza técnico-profesional superior. “Respecto a lo primero, existen diversos proyectos exitosos que combinan la enseñanza con el trabajo en la empresa, y es importante seguir promoviendo proyectos de este tipo ya que posibilitan una mayor articulación con el mundo profesional y una mejor preparación de los jóvenes. Otra manera de articular la EMTP con la empresa es establecer las condiciones adecuadas para que el mundo productivo transmita cuáles son las necesidades que tiene y los liceos puedan adecuar su formación a ellas. En este punto, los gremios podrían tener un rol relevante aunando esfuerzos de ambas partes”.
En segundo lugar, advierten desde Acción Educar, “está la vinculación con la formación técnica de nivel superior. Es razonable pensar que hay espacios para una mejor articulación que facilite el paso desde la EMTP a la educación superior técnica a través de instrumentos de convalidación, compartir infraestructura, convenios de colaboración, entre otros”.
En todo caso, dice Alejandro Weinstein, existen varias maneras de articular los programas y sería bueno definir como país cuál queremos adoptar. “Siempre la primera alternativa es crear convenios de articulación entre instituciones donde se comparan mallas específicas y se convalidan ramos según ciertas condiciones. También los CFT o IP pueden hacer pruebas de reconocimiento de aprendizajes previos y de acuerdo a eso se acorta una carrera. Otra posibilidad es crear pruebas de evaluación de competencias nacionales que certifiquen los avances obtenidos en una especialidad. Todo esto se facilita también con la existencia de un marco de cualificaciones que ordene un poco los niveles de competencias a escala sectorial o nacional”.
Asegura Marcela Arellano que, por tanto, el desarrollo de trayectorias es sin duda uno de los elementos más relevantes de la Política Nacional de Formación Técnico-Profesional, y para ello es clave la articulación entre educación media y superior. “Hoy, la articulación está limitada por la dificultad de compatibilizar el currículum de educación media TP (definido por Mineduc), con los currículums de educación superior TP (definidos por cada institución basada en su autonomía)”.
Señala la secretaria ejecutiva que, aunque existen numerosas iniciativas que hoy articulan la educación media y superior TP, reduciendo el tiempo de formación o disminuyendo la carga académica, “estas se producen por acuerdos entre liceos e instituciones de educación superior y no contemplan todo el sistema formativo. En esta línea, el Ministerio de Educación ha desarrollado un Marco de Cualificaciones Técnico Profesional (aplicado junto a Corfo en los sectores de Minería, Logística y Tecnologías de la Información) que facilita el desarrollo de programas articulados entre ambos niveles. A esto se suman otros esfuerzos destinados a facilitar el acceso y permanencia en educación superior técnico-profesional”.
Vinculación con empresas
Respecto a la relación con la industria, no se trata solo de responder a las necesidades que hoy presenta el sector productivo. “Es fundamental que la relación no se produzca solo entre cada establecimiento y el sector productivo, sino que tenga también una mirada territorial. Para esto, es fundamental el rol de los Consejos Regionales de Formación Técnico-Profesional que, conformados por actores públicos y privados, generan recomendaciones para mejorar la pertinencia de la oferta a nivel regional”, dice Marcela Arellano.
Añade Raúl Figueroa: “Los gremios tienen un rol muy importante en la vinculación. Un ejemplo de esto fue el estudio de demanda agregada realizado por el Consejo Minero donde se identificaron las necesidades de un sector productivo determinado para, sobre esa base, influir en los programas de los CFT. Es importante que se promueva este tipo de proyectos”.
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