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Regístrate y accede a la revistaUna alternativa es darles la oportunidad de participar activamente en la construcción de su comunidad escolar. Es el caso de los estudiantes de la especialidad de Electricidad del Colegio Salesiano de Valparaíso, quienes junto a sus docentes, remodelaron sus talleres y crearon sus propias maquetas de práctica.
Hace un par de años el equipo de profesores de la especialidad de Electricidad del Colegio Salesiano de Valparaíso, inició un proceso de renovación de los talleres de Electricidad, la implementación estaba obsoleta y no cumplía con las exigencias del currículum. Con recursos entregados por la Fundación Arturo Irarrázaval Correa se pusieron manos a la obra, pero lo hicieron de una manera distinta: diseñaron el proyecto de acuerdo a sus necesidades y junto a los alumnos armaron las maquetas de práctica a la medida, con eso disminuyeron los costos e involucraron a los jóvenes en el proceso de remodelación.
“Con esto aprendimos no solo a pensar en nosotros, sino también en lo que viene para la especialidad en los próximos años”, revela Bastián Rojas, estudiante de cuarto medio de la mención, quien junto a sus compañeros trabajó en el taller de Instalaciones Eléctricas Domiciliarias, que se renovó en 2016.
“Al fin y al cabo era más allá de simplemente armar los tableros. Significaba que en nuestro último año íbamos a tener tableros mejorados y que las generaciones que vayan entrando a la especialidad, se den cuenta que de verdad la especialidad se compromete con los alumnos y les entrega la implementación adecuada”, continúa Bastián.
“El profesor nos asignó cada tablero y fuimos paso a paso. Trabajábamos 10 alumnos y al otro día lo hacían otros 10. Entonces, había que saber en qué fase iba el grupo antecesor para continuar”, recuerda Cristopher Ulloa, compañero de Bastián, sobre la rigurosidad que aplicaron en la misión que desarrollaron mientras cursaban tercero medio.
El hecho de implementar ellos mismos los talleres, también les permitió adaptarlos a lo que realmente requieren para impartir sus clases, revela el profesor César Álvarez, jefe de la especialidad. “Lo mejor que tienen estos proyectos es que se nos ha dado la capacidad de decidir qué es lo mejor para la especialidad y para el módulo. Hemos sabido invertir el dinero y sacarle el máximo provecho y hacer que los recursos nos alcancen para todo lo que necesitamos”, dice.
Para hacer realidad este proyecto, han debido poner de su parte más que la motivación, también han sacrificado tiempo libre y han tenido que poner a prueba su capacidad para trabajar en equipo y organizarse.
“Además de los conocimientos de electricidad, tuvimos que poner harto más”, agrega el alumno Darío Carvajal. “Primero había que comprometerse, porque teníamos que terminar en un tiempo determinado, después trabajar con ganas y ordenados. Debíamos coordinarnos entre los grupos para ir avanzando rápido”.
“Uno de los principales aprendizajes de esta experiencia es trabajar en equipo. Hay un quehacer colaborativo significativo para lograr un objetivo en común. Eso les permite a los alumnos crecer personalmente, son más tolerantes, responsables y asertivos”, revela Abelardo Ahumada, coordinador Técnico Profesional del establecimiento.
“Estamos convencidos de que lo que estamos haciendo es por la formación de los chicos, pero también nos genera la dicha de trabajar con cosas que están actualizadas, que están buenas. Es satisfactorio cuando vemos los avances y que los alumnos van desarrollando habilidades”, indica César. Además, rescata el hecho que con este proyecto los estudiantes han logrado apropiarse de su espacio y cuidarlo, para ellos ahora los talleres tienen un valor agregado, ya no son una simple sala de clases.
El año 2015 implementaron el taller de “Automatización y control industrial”, el año pasado siguieron con el de “Instalaciones eléctricas domiciliarias” y hoy se encuentran ocupados en el laboratorio de “Fundamento y análisis de circuito eléctrico y mantención eléctrica”.
Se trata de motivar a los alumnos en la cotidianidad del colegio, hacerlos que se movilicen más allá de una calificación, solo por el hecho de encontrarle sentido a lo que les están proponiendo. “Este trabajo no implicó una nota, y lo hicimos igual porque nos comprometimos con algo que de verdad queríamos hacer”, concluye el estudiante Vicente Valdivia.
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