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Regístrate y accede a la revistaYa no es una novedad. La educación exige transformaciones rápidas, como por ejemplo enseñar a los estudiantes nuevas disciplinas y valores. Ya no es necesario apilar tanto conocimiento, que está a un clic en Google, sino más bien educarles para enfrentar las transformaciones de un mundo volátil. explicó Andreas Schleicher, director de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo EconómicoS (OCDE).
Se necesita evaluar aquello que se está enseñando en las escuelas. Reforzar valores como la responsabilidad, el autocontrol, el trabajo colaborativo y en equipo, parece ser la clave. En este último tiempo, la educación, explicó Andreas Schleicher, director de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha dado un vuelco hacia un aprendizaje basado en proyectos de colaboración, en el que los alumnos “aprenden a trabajar junto a jóvenes de otras razas, de diferentes culturas, de distintos orígenes, y así pueden valorar las diferentes ideas y puntos de vista”.
—Se acusa a las escueles de no estar formando jóvenes integrales y preparados para el futuro...
—Efectivamente. Necesitamos pensar más arduamente cómo preparar a las personas jóvenes para el futuro. En el pasado, la educación se refería a qué les estábamos enseñando a los estudiantes. Ahora, es acerca de poder asegurarles un desarrollo seguro y herramientas para navegar y encontrar su propio camino. Un camino muchas veces incierto, volátil y propio de un mundo inseguro como el que estamos viviendo.
Las escuelas necesitan preparar a los futuros alumnos para un mundo en el que la mayor parte de las personas necesitan colaborar con los otros, con personas de diferentes culturas, de distintos orígenes, y valorar las diferentes ideas, puntos de vista y valores distintos.
Un mundo en que las personas necesitan decidir cómo y en quién confiar, y colaborar en medio de todas esas diferencias. En un escenario en que su vida será afectada por lo que sucede fuera de los límites de su propia nación.
En estos días no sabemos cómo los sucesos se irán desencadenando, y ocasionalmente nos sorprenderemos y necesitaremos aprender de lo extraordinario, incluso en algunas ocasiones cometeremos errores en el camino. Errores que, si son bien comprendidos, servirán para crecer y crear nuevas oportunidades.
Una generación atrás, los profesores podían esperar que lo que enseñaban a sus estudiantes les duraría para toda la vida. Hoy, las escuelas necesitan preparar a los alumnos para fuertes cambios económicos y sociales, como nunca antes había sucedido. Prepararles para trabajos que aún no han sido creados, para usar tecnologías que todavía no han sido inventadas, e incluso para solucionar problemas sociales que aún no han llegado a ocurrir.
—¿Qué valor le asignan las escuelas a la formación integral de sus alumnos?
—El dilema para los educadores es que las habilidades duras son más fáciles de enseñar y de evaluar, son además las herramientas que son más fáciles de digitalizar. No existe duda alguna de que la enseñanza del arte y de la disciplina siempre será importante. Personas innovadoras y creativas generalmente poseen aptitudes especiales en el área del conocimiento y de la práctica.
Así como el “aprender a aprender” es también una herramienta necesaria, siempre debemos enseñar motivados por algo. Sin embargo, el éxito educacional no está más referido a reproducir contenidos, sino que más bien a explorar y aplicar el conocimiento en situaciones nuevas y muchas veces desconocidas.
En palabras simples, el mundo ya no reconoce a las personas por sus conocimientos –en Google puedes encontrar lo que desees–, pero sí por lo que pueden hacer y realizar con ese conocimiento.
Por esa diferencia crucial, la educación en el mundo de hoy necesita mucho el dominio en formas de pensar, creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas y toma de decisiones; nuevas formas de trabajo, que incluyan herramientas de comunicación y colaboración; aptitudes que les permitan a los jóvenes reconocer y explotar las ventajas de las nuevas tecnologías y –por último, pero no menos importante– la educación les debe entregar las herramientas y capacidades para relacionarse con otros y aprender a vivir en comunidad.
—Las habilidades socioemocionales, ¿permitirán desarrollar valores como la innovación y el espíritu visionario?
—En las escuelas del mundo de hoy, los alumnos normalmente aprenden en forma individual y terminan al final del año escolar siendo reconocidos solo por sus logros personales. Sin embargo, al tratarse de un mundo mucho más interdependiente, necesitamos jóvenes más colaboradores y capaces de dirigir nuevos proyectos.
La innovación raramente es el resultado de un trabajo solitario, pero sí es el efecto de un trabajo colaborativo y de conocimientos en conjunto. En un mundo plano, todo el conocimiento propio pasará a estar a disposición para todos en el mundo futuro. Dicho de otra manera, las escuelas necesitan ser direccionadas hacia un mundo donde el conocimiento pasa a ser un elemento más que se deprecia rápidamente. En cambio, adquieren más poder en ese escenario la comunicación y la colaboración. Necesitarán ayudar a las futuras generaciones a ser más resilientes, para poder adaptarse a un mundo cambiante, para lograr colocar el mundo en equilibrio.
—¿Cómo capacitar a los docentes en aptitudes socioemocionales?
—En el pasado podíamos evaluar a los profesores respecto de lo que enseñaban, hoy ese juicio se refiere mucho más acerca de cómo son. Esa es la dificultad a la que nos vemos enfrentados los profesores hoy.
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