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Está comprobado científicamente que el movimiento facilita la atención y concentración de los alumnos. El desafío que se plantea a los profesores es incorporarlo en sus prácticas a través de dinámicas y juegos, rompiendo con el modelo tradicional que tiende al orden y la inmovilidad.
Por Angélica Cabezas Torres
En este momento, las neurociencias acaparan la atención de los docentes e incluso de los niveles de gobierno; sin embargo, no todos los hallazgos se pueden aplicar en la sala de clases, tampoco hay respuestas mágicas. Aún debemos ser muy cautos al vincular la neurociencia con la educación, pues recién se está “viendo qué cosas son posibles de implementar en el modelo educativo y cuáles definitivamente no tienen aplicación”, asegura Daniel Riquelme Uribe, director general del Centro de Investigación y Desarrollo (Aplicae) e investigador principal del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad de Playa Ancha.
Existen, sin embargo, relaciones que están comprobadas y de las cuales hay evidencia científica, como es la relación del movimiento con el desarrollo cognitivo de los alumnos. Con voluntad y realizando algunos cambios en la dinámica habitual de aula, los docentes pueden sacarle partido al movimiento y mejorar los aprendizajes de sus estudiantes. “Un niño que es físicamente activo tiene un cerebro más apto para aprender”, adelanta Daniel Riquelme.
¿Cómo impacta el movimiento en el desarrollo cognitivo?
—Lo podemos ver desde dos perspectivas. La primera es que los seres humanos estamos diseñados para movernos, no para estar en un entorno inactivo o sedentario. Recuerdo una frase de Ausubel que decía: “Lo que tenemos que hacer para trabajar mejor con los niños es usar lo que a ellos les gusta” y eso es jugar, por lo tanto, implica movimiento y colaboración. Esto dista mucho de la realidad de la mayoría de las aulas en Chile y de gran parte de Latinoamérica.
En este sentido, ¿cuál es la dinámica que se da en los países que son potencias mundiales en educación?
—Finlandia, por ejemplo, le otorga mucha importancia a tres variables que acá en Chile no son consideradas en el modelo educativo como importantes o trascendentes para el desarrollo del niño, aunque la teoría y la evidencia indican que sí lo son. El arte, la música y el movimiento son los pilares fundamentales del modelo educativo de Finlandia. Los países que tienen los mejores resultados en educación son los que les dan importancia a estas tres variables, porque contribuyen mucho al desarrollo del sistema nervioso por la experiencia que generan.
¿A qué se refiere exactamente cuando habla de movimiento?
—El movimiento humano es todo lo que nosotros hacemos, y en ese sentido un educador que quiere promover esto debería verlo desde dos perspectivas: integrar el movimiento en su clase e incentivar que el niño se mueva durante el resto del día.
En el caso del aula, el mejor consejo es que los profesores comiencen a experimentar y usar el juego como una herramienta pedagógica y ojalá juegos que impliquen movimiento.
¿Qué genera el movimiento en la sala de clases?
—Por una parte, genera una experiencia motriz, el cuerpo se mueve y eso es algo que al sistema nervioso le agrada muchísimo; lo segundo es una experiencia sensorial, somos seres que todo lo procesamos a través de nuestro sistema sensorial, no somos solo visión y audición como en una clase tradicional.
Lo tercero es una experiencia cognitiva muy potente; por ejemplo, podemos usar el juego como estrategia de aprendizaje, entonces cognitivamente ahí planteamos desafíos y por otro lado también se produce una experiencia emocional.
Cuando un ser humano se mueve, genera dos respuestas que facilitan el desarrollo del cerebro y de muchas habilidades cognitivas. La primera es una respuesta aguda al movimiento, es decir, como que tu fisiología se activara, generándose una activación cognitiva muy potente, aumentando por ejemplo el flujo sanguíneo del cerebro, lo que mejora la disponibilidad de oxígeno en él, facilitando la atención y concentración y, además, se liberándose varios neurotransmisores que participan en el aprendizaje.
Entonces, ¿qué debería hacer un profesor que quiere enseñar un contenido muy complejo?
—Podría realizar un juego de activación, una danza, pararse para que se genere esa respuesta fisiológica y después volver al contenido y a la concentración. Para todo aquello el docente debe poseer un muy buen manejo del grupo de alumnos en su sala de clases.
Lo otro es usar la estrategia del juego e incorporarla a la enseñanza, hacer que parte de sus actividades de clases sea juegos y que ojalá estos impliquen movimiento.
¿Estas dinámicas favorecen a los niños con déficit atencional?
—Sí, de todas maneras. Aunque hay que ser cuidadoso con ese tema, nosotros hemos visto que muchos de los niños que llegan con este potencial diagnóstico desde la escuela, vienen sobrediagnosticados, y no tienen nada.
Lo más probable es que tengan una sobreestimulación por el uso de los dispositivos digitales. Un niño que puede jugar dos horas en una tablet, no tiene déficit atencional. Lo que puede pasar es que se distrae de la clase, porque está pensando en el juego o simplemente está aburrido.
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