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Se ha aumentado en cobertura, pero no en calidad. El hecho de construir más salas cunas y jardines infantiles, no asegura el aprendizaje de los alumnos. La clave pasa más bien por focalizarse en la formación de los educadores de párvulos y técnicos, que en implementar una mejor infraestructura.
Por Marcela Paz Muñoz Illanes
Aunque todavía las cifras de la matrícula en educación inicial son bajas en comparación con el resto de las naciones de la OCDE, en el año 2012 en Chile, el 45% de los niños de tres años y el 79% de los de cuatro, estaban inscrito en un establecimiento educacional, según reveló el informe “Education at Glance 2014” de esa institución, que se dio a conocer en el mes de septiembre pasado.
Si bien, aseguran los expertos, se ha avanzado en cobertura, todavía “estamos al debe en lo que se refiere a calidad”, explica el ex director ejecutivo de Fundación Integra, Sergio Domínguez.
Es conocedor del tema y está convencido de que no existe una fórmula mágica para mejorar la calidad de la educación en el corto plazo. “Estoy seguro que para lograr incrementar el nivel de nuestros jardines es fundamental contar con varios factores: capital humano suficiente e idóneo, familias participativas e involucradas en el proceso pedagógico, normas claras (e iguales para todos los jardines), igual financiamiento para la totalidad de los jardines que perciben apoyo económico –ya que un mismo establecimiento que atiende niños en vulnerabilidad puede recibir cuatro financiamientos distintos por atender a los mismos niños, sólo dependiendo del tipo de sostenedor– y una comunidad interesada en la formación de sus niños”.
La base del aprendizaje
Según el informe “Education at Glance 2014”, en los últimos años se le ha prestado una mayor importancia a la educación inicial en nuestro país, lo que se refleja claramente en el incremento de recursos en el sistema escolar, un 0,8% del PIB, por sobre el promedio de las naciones de la OCDE, las que destinan un 0,6% del presupuesto para esa área.
¿Es suficiente ese gasto? Sergio Domínguez cree que “se trata de una mirada muy miope el hecho de pensar que al otorgar más recursos a la educación inicial se mejora en calidad. Por ejemplo, existe hoy una promesa hecha en campaña de contar con 5.700 nuevas salas cunas y jardines infantiles, para los que se destinarán miles de millones de pesos y ninguno de esos montos va a mejorar la calidad de la educación inicial”.
Lo anterior se entendería, dice el ex director ejecutivo de Integra, “si realmente necesitáramos ese aumento de cobertura. Pero lo más preocupante es que les aseguro que Chile no requiere esta cantidad de jardines y ya vemos cómo están transformando salas en los colegios, reconvirtiendo salas de actividades y construyendo jardines en algunos lugares donde no hay demanda”.
Algo preocupante, ya que contar con una educación inicial de calidad es un tema clave en el desarrollo del aprendizaje integral de los niños. Desde el punto de vista científico y de la neurociencia, “en esa etapa se establecen las bases del pensamiento, el lenguaje y la comunicación humana. En la educación parvularia se desarrollan las funciones cerebrales de orden superior como ‘homo sapiens sapiens’, entendidas como: lenguaje, memoria, aprendizaje, predicción y creatividad, las que son fundamentales para la vida y por supuesto para los aprendizajes futuros de los estudiantes”, asegura la educadora de párvulos y directora del Jardín Infantil Musical Don Osito y de la Primera Escuela Artística de Párvulo, Claudia Donoso.
Sucede que un niño que recibe este tipo de educación “obtiene seguridad y protección básica, lo cual le permite crecer confiados y seguros. Si se educa en ambientes positivos y adecuados se favorece la construcción de la autoestima, confianza y autonomía de los pequeños, de manera que puedan generar una sana convivencia con sus pares y adultos cercanos”, explica Claudia Donoso.
Formación docente
Pero no se puede hablar de calidad sin mencionar que se requieren educadoras de párvulos con sólida formación docente, vocación y constante capacitación. Para Sergio Domínguez, es fundamental invertir en el fortalecimiento de la formación de las próximas generaciones de profesores y de los que están hoy en sala. “En este punto creo tenemos una tremenda oportunidad de mejora. Es necesario antes destinar recursos a perfeccionar la asesoría técnica de quienes trabajan en el sector, contar con buenos educadores, con verdaderos profesionales que cuenten con la vocación y herramientas para acompañar a los niños en esta etapa tan importante”.
De hecho, Patricia Soto, directora de la carrera de Educación de Parvularia de la Universidad Finis Terrae, señala que “cuando no contamos con profesores capaces de realizar tan potente rol, quedamos con espacios educativos alejados de la tan buscada calidad, espacios en donde no habrá innovación ni contextualización de sus prácticas año a año. Es ahí cuando un espacio educativo pasa a llamarse guardería, es decir, un lugar donde se acompaña al niño, pero sin reflexión, sin individualización, sin proyección, sin trascendencia, sin calidad”.
En todo caso, señala Sergio Domínguez, “en Chile no existen suficientes educadoras para dotar a los jardines existentes con las exigencias actuales, por lo que me preocupa que exista un aumento de cobertura tan ambicioso sin el capital humano mínimo para asegurar educación de calidad”.
Para Patricia Soto, “el rol del educador de párvulos es un factor fundamental dentro de la articulación de todos estos factores de calidad, determinando así el tipo de relaciones, interacciones, experiencias, rutinas u oportunidades que se brinden diariamente para que efectivamente cada niño sea protagonista de su propio proceso de aprendizaje”.
Las fiscalizaciones y la nueva Subsecretaría de Educación Parvularia
A partir de 2015, se implementará una nueva fiscalización a los jardines infantiles que medirá la calidad pedagógica (aprendizaje y desarrollo). Habría que señalar que ese elemento, apunta Sergio Domínguez, se evalúa hace años, por ejemplo en Integra se utilizan métodos como el Plaep, PEF e IEA, además de pautas para la observación de las prácticas pedagógica (Popp). Junto a otros instrumentos como el Tepsi que son utilizados en otros jardines infantiles.
A juicio de Domínguez, es “muy bueno que los fiscalizadores (que pronto dependerán de la Superintendencia) por fin se fijen en lo realmente importante (bienestar y aprendizaje). Llama la atención, eso sí, como este año más que nunca, la fiscalización de la Junji se ha puesto especialmente “miope”, no sólo midiendo con varas distintas a los jardines “clásicos” y a los jardines enrolados y VTF, sino que en la excesiva importancia puesta en las cosas (equipamiento e infraestructura) y la invisibilización de lo importante (aprendizaje, desarrollo infantil y el trabajo con las familias o redes)”.
Para el ex director de Fundación Integra, “cuesta entender cosas que ocurren en la fiscalización actual, como, por ejemplo: jardines que cuentan con el rol Junji que han sido llamados al orden por tener en una sala dos educadoras y una técnico, en vez de una educadora y dos técnicos (como dice la norma), o la excesiva fijación por las características del baño de la manipuladora y no se observa ¿cómo están los niños?, ¿están aprendiendo?…. uno se pregunta, ¿cuál es el criterio?”
En esa misma línea, en agosto recién pasado, el Senado aprobó en general el proyecto de ley que crea una nueva institucionalidad para la educación parvularia. La iniciativa crea una Subsecretaría y una Intendencia de Educación Parvularia y modifica diversos cuerpos legales con el fin de asegurar una mayor calidad y regulación del sistema.
En definitiva, permitirá unificar las iniciativas dirigidas para los niños desde los 0 hasta los 6 años con un nuevo modelo de gestión de alta especialización que supere deficiencias de regulación, coordinación, financiamiento y eficiencia, según se anunció en la prensa. Otro de los puntos de este proyecto de ley es la creación de la Intendencia de Educación Parvularia, que dependerá de la Superintendencia de Educación Escolar. Su puesta en marcha permitirá fiscalizar, orientar y aplicar sanciones cuando corresponda a todas las salas cunas y jardines infantiles, tanto públicos como privados, de acuerdo a normativas comunes. Sin embargo, para Domínguez no es una medida acertada, porque “los roles que tendría ya están cubiertos, lo que es necesario es hacer que los actuales actores hagan la pega”.
Asegura sí estar conforme “en la necesidad que tenemos como país de colocar a la educación inicial en el lugar (prioridad) que debe tener, sin duda debe ser un tema país, pero no sólo la cantidad de jardines, sino en lo más importante: lo que ocurre dentro de ellos. Hoy contamos con excelentes jardines, con equipos comprometidos, con proyectos educativos de gran nivel. Lo que aún no tenemos, es una sociedad que comprenda, se comprometa y valore la importancia de la educación inicial y eso no se logra con un aparato estatal más grande”.
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