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Por Marcela Marzolo, Directora Ejecutiva, Fundación Educacional Oportunidad.
La agenda está copada por la reforma tributaria y la manera cómo ésta se utilizará para financiar la tan esperada Reforma Educacional. Sin embargo, poco se habla de los elementos que deberá revisar esta reforma, que no sólo apunta al financiamiento de la educación en todos sus niveles, sino que viene a hacerse cargo de una demanda ciudadana profunda: mejorar la calidad de la educación que reciben nuestros niños y niñas de Chile.
Dentro de los elementos clave para lograr una mejora en la calidad, está el trabajo de los docentes, y la necesidad constante de desarrollo profesional. Con este fin, se diseñó la Evaluación Docente, considerada como una herramienta fundamental para el desarrollo de los profesores/as de nuestro país.
Después de 10 años de aplicación del sistema de Evaluación Docente, y de contar con más de 70 mil profesores y profesoras evaluados, estamos en condiciones de revisar nuevamente el objetivo de dicha evaluación: contar con un sistema de carácter formativo orientado a mejorar la labor pedagógica de los docentes y promover su desarrollo profesional continuo.
Según la opinión de varios expertos y sin desmerecer el exhaustivo trabajo que la Evaluación Docente implica, el proceso es percibido por sus protagonistas como un sistema de rendición de cuentas más que de mejora, y por ello no ha incentivado el diálogo profesional ni se ha legitimado como un espacio de retroalimentación y aprendizaje para la mejora de las prácticas docentes.
A partir de nuestra experiencia con el proyecto de desarrollo profesional docente Un Buen Comienzo, hemos comprobado que la evaluación periódica por medio de observación en aula, tanto por parte de nuestro equipo (coach) como por profesionales de la Universidad Diego Portales, y la posterior retroalimentación, permiten a las educadoras y técnicos en párvulos mejorar varios aspectos de su práctica. Además, les genera confianza en su propio trabajo, y ganas de seguir mejorando cada día. Así, la observación y evaluación es entendida como un medio para mejorar, y no como una forma de sancionar.
En ese sentido, creemos que la Evaluación Docente debe incorporar cambios en la forma en que se evalúa. Esto, puede lograrse desarrollando una visión a largo plazo que se focalice en la mejora y el desarrollo docente, para lo cual es clave el diseño de guías e instrumentos que potencien la retroalimentación y la mejora continua no sólo en el aula, sino en todo el establecimiento educacional.
Pensar en una reforma educacional seria que busque mejorar la calidad, obliga a revisar el Sistema de Evaluación Docente. Sólo si dejamos de pensar que es un rendición de cuentas y le abrimos la puerta a la reflexión, la retroalimentación y la mejora continua, podemos avanzar en tener los mejores profesores y profesoras para que nuestros niños y niñas reciban una educación de calidad.
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