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Poco tiempo, estrés, cansancio y agotamiento es el denominador común de los profesores a esta altura del año. Mercedes Celedón, Psicóloga de la Universidad Diego Portales, Directora Ejecutiva de EduGlobal (Red de Servicios para la Educación) entrega recomendaciones y pautas necesarias para relajarse y tener un respiro a mediados del período escolar.
Por Marcela Paz Muñoz Illanes
Para la experta “una mala calidad de vida afecta en la motivación, en la energía para afrontar cada día, para crear, reflexionar y acoger. Un docente con esa percepción puede desencantarse y perder la capacidad de asombro, algo fundamental para interactuar en un proceso de aprendizaje”.
¿Por qué es importante cuidar la calidad de vida de los docentes?
Es clave para el desarrollo de las potencialidades del ser humano. En el caso de los profesores, ésta no solo influye en su bienestar subjetivo, sino que tiene consecuencias indiscutidas en las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito familiar, de la comunidad escolar en general y especialmente en la sala de clases donde es necesario mediar conflictos y conducir múltiples subjetividades de personas en proceso de desarrollo.
Una mala calidad de vida puede llevar a una deficiente alimentación, mal descanso, falta de ejercicio, abuso de medicamentos para funcionar y rendir. A la larga el cuerpo pasa la cuenta y se enferma. Lamentablemente afecta mucho que un profesor tome licencia, ya que se pierde continuidad en el proceso de enseñanza.
¿Qué sucede cuando, por el contrario, un educador ha descansado y dormido las horas correspondientes?
Cuando ello ocurre está más disponible, ya sea para pasar el contenido de la clase, escuchar a un alumno, tratar de entender las quejas que recibe o compartir con sus pares.
Creo que va más allá de las horas de descanso. Un profesor íntegro, que posee tiempo para: la familia, la comunidad, el ocio, la cultura o el deporte, tendrá más que entregar y mostrar a sus alumnos, más vivencias y experiencias desde donde anclar contenido y colaborar en darle sentido a las cosas.
¿Qué riesgos se corren cuando un educador llega estresado a su clase, sin haber tenido tiempo suficiente para planificar sus clases?
Motivado o desmotivado, con o sin energías, habiendo perdido o no la pasión por su trabajo, los profesores deben dirigirse cada día a su escuela, dejar sus problemas y percepciones personales en la puerta y disponerse a realizar su quehacer. Es esta confrontación diaria, a veces prolongada por largos períodos, que desencadena el estrés.
Hay muchos casos de profesores estresados. Es cosa de escuchar a nuestros hijos, sobrinos y sus amigos, hablar sobre los docentes y sus comportamientos en el aula, evidenciando sus estados de ánimo, energía y disposición.
Un costo importante, especialmente ante los jóvenes, es que los profesores y la institución de educación escolar pierden credibilidad y autoridad, no desde un punto de vista jerárquico del poder, sino como lugar de poder.
Además, cuando no existe planificación, hay improvisación o simplemente relleno, actividades que “me salven”. Esto perjudica la unidad de enseñanza y el diseño del programa.
Los que perdemos somos todos: alumnos, padres, profesores, el colegio, la comunidad y el país. El proceso de aprendizaje requiere de intencionalidad, de guía, no solo del lugar aula.
En julio los profesores tienen su periodo de vacaciones, ¿cómo pueden desconectarse y aprovechar al máximo para descansar?
Nuestra propuesta es que se regalen ese espacio para ellos y no para terminar aquello que no finalizaron en el momento que estaban trabajando. No es el momento de realizar tareas para “aprovechar” el tiempo.
Hay que llenar el alma, para regalonear, para dar cariño y para el ocio. Nuestra propuesta es que disfruten, teniendo conciencia de sí, del cuerpo, de los otros, del planeta. Organizar y planificar una semana ideal, involucrar a los hijos o amigos, hacer cosas que el día a día no permite.
Este es un país de lujo, tiene diversos climas y paisajes, cerca y lejos de nuestras casas, los invitamos a aventurar, a pasear por el barrio. A lo mejor es tiempo para reflexionar y dar paso a conversaciones del alma con personas que queremos y respetamos.
¿Qué actividades se recomiendan realizar para realmente descansar y desconectarse?
Es fácil caer en la tentación de contestar qué se debe hacer. Sin embargo, es importante que cada uno defina aquello que realmente le permite descansar. Lo importante es elegir lo que les haría más feliz.
Me atrevo recomendar algunas acciones poco convencionales; no contestar el teléfono a alguien que genera tensión, llamar a quienes se quiere, regalarles buenos recuerdos, no ir a ver a nadie por cumplir, reír hasta que duela la guata. Si se puede, salir y conocer lugares distintos, dejarse llevar por su ritmo biológico; coma cuando tenga hambre y duerma cuando quiera descansar.
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