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Regístrate y accede a la revistaErnesto Treviño, Director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales, en una entrevista con grupoEducar, habló sobre la efectividad de la educación chilena.
¿Cuánto pesa el estrato social en los resultados de la educación en Chile?
En los países más pobres por lo general, las escuelas hacen la diferencia y en los países de mayores ingresos pesa más el nivel socioeconómico. En Chile desafortunadamente la escuela cada vez pesa menos y más la cuna. Tenemos un sistema de educación que reúne a los estudiantes con características socioeconómicas y culturales similares en los mismos colegios, entonces no existe una diversidad suficiente.
En este contexto de desigualdad, ¿cómo explica los buenos resultados de los colegios emblemáticos?
Tanto los colegios emblemáticos como los particulares pagados recurren a una lógica que asegura los buenos resultados: la selección de estudiantes. En los colegios particulares pagados hay procesos de selección que consideran cuestiones académicas, económicas, entre otras, mientras que colegios como el Instituto Nacional o el Carmela Carvajal, lo que hacen es seleccionar a los estudiantes por historial académico. Si esos establecimientos no tuvieran un sistema de selección, no tendrían los mismos resultados. Yo atribuiría el 80 o 85% de los resultados de esos colegios a la selección que hacen.
Los sistemas de medición académica como el SIMCE ¿están midiendo lo real?
El SIMCE mide el currículum y desde esa perspectiva uno puede decir sí está midiendo lo real y por lo tanto, sería deseable que todos los niños tuvieran un alto rendimiento, pero el problema está cuando atribuimos causas a los resultados. Puedo decir: este colegio es de gran calidad porque tiene buenos resultados en el SIMCE, pero si el ingreso promedio de las familias es de 8 millones de pesos mensuales, es obvio. Sabemos que los resultados académicos y los resultados del SIMCE se explican aproximadamente un 70% por el nivel socioeconómico. Entonces estamos midiendo en realidad un 70% el nivel socioeconómico de los estudiantes y solamente un 30% la calidad de los establecimientos.
¿Por qué son tan disímiles los resultados?
Porque los niños en situación de vulnerabilidad suelen no tener un apoyo familiar efectivo en términos de ayuda académica, porque sus padres probablemente no han podido ir a la escuela. Esos niños entran con desventaja en comparación con hijos de padres que tienen mayores niveles educativos. Los padres en contextos vulnerables ponen todas sus fichas en las escuelas para que les entreguen a los niños todo lo que ellos no les pueden entregar en casa.
Además, también hay un tema cultural. El apoyo es desde que nacen los niños, en las conversaciones en la casa, en la forma de comportarse, pedir las cosas, etc. y los niños en una clase más acomodada están acostumbrados a una cultura que se parece más a la cultura de la escuela, en cambio quienes viven en contextos vulnerables por lo general, están acostumbrados a una cultura que es mucho más frontal, más ruda, que no tiene un lenguaje extendido. Entonces, la escuela primero debe compensar toda esta discontinuidad cultural y ahí se produce un desfase.
Si tuviéramos un sistema de medición de efectividad y calidad de los colegios ¿Podríamos aventurarnos a creer que los colegios de menos recursos podrían alcanzar un nivel más alto?
La investigación en Chile nos dice que en los colegios de nivel socioeconómico alto, los resultados tienden a parecerse más y eso implica que no hay mucha diferencia. En cambio en las escuelas de menos recursos hay una mayor dispersión. En las escuelas que no hacen selección y resultan mejor evaluadas en los sectores socioeconómicos bajos, podemos atribuir el mérito al trabajo pedagógico que realizan los equipos. Hay una enorme diferencia en la capacidad de los recursos humanos para atender pedagógicamente la pobreza.
El secreto de la eficacia está en qué tanto superamos las expectativas de los niños, sin embargo, eso nos mete en un problema, porque varios colegios de bajos recursos superan sus expectativas pero están bajo el promedio. En estricto rigor los niños están aprendiendo por debajo del currículum, pero comenzaron mucho más atrás, han aprendido tanto que están tratando de alcanzar en la carrera.
¿Y en el caso de los colegios particulares?
Las investigaciones en Chile demuestran que los colegios que atienden a niños con mayores recursos económicos no son los más efectivos. Si tú comparas a los niños de elite chilena con los niños de elite de otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), están muy por debajo. Los colegios no están otorgando valor agregado y si uno además revisa la investigación de cómo los padres eligen colegios en el nivel socioeconómico alto, podemos ver que no eligen en función de la calidad educativa, sino en función de las características de los niños y las familias que van asistir a ese colegio. Mientras que los padres de menores recursos valoran dos cosas que son elementales: que traten bien a los niños y que el colegio tenga buenos docentes, sin embargo, aparecen tres restricciones: no tienen la información necesaria para saber la calidad del servicio que entrega una escuela; tienen una restricción presupuestaria, no sólo de dinero, también de tiempo; y la tercera restricción es que en Chile tenemos muy arraigada la costumbre de seleccionar a los estudiantes, aunque la Ley General de Educación (LGE) lo prohíbe.
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