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Regístrate y accede a la revistaRecomendaciones de la profesora y Magíster en Psicopedagogía, Virginia Martínez.
Cuando un atleta corre, se combinan huesos, articulaciones, ligamentos, y una red de tendones, nervios y vasos sanguíneos que trabajan en conjunto para lograr el movimiento. Pero antes de empezar un programa de entrenamiento, se debe someter a un chequeo médico para evaluar que todo su cuerpo esté funcionando en orden y así descartar cualquier problema que le impida correr adecuadamente.
Cuando un alumno lee, se combinan la abstracción, el aprendizaje, la asociación, la atención, la autorregulación, la comprensión, el conocimiento previo, la memoria, la metacognición, el orden, la organización, los procesos cognitivos, entre otros. Y al igual que el médico con el atleta, el profesor también debiera chequear a sus alumnos, haciéndolos leer en voz alta, en forma individual.
De las observaciones de esta lectura, se pueden deducir una serie de informaciones que pueden indicar problemas asociados a la lectura, tales como:
Un alumno que presenta alguno de estos problemas, tendrá dificultad en la comprensión lectora de textos. De ahí la importancia de esta evaluación previa. Y el profesor tendrá que iniciar el “entrenamiento” de la comprensión lectora derivando al alumno al especialista correspondiente según sea la dificultad que presente (oftalmólogo, neurólogo, psicopedagogo u otros), enseñándole técnicas de relajación o ejercitando técnicas para una mejor calidad de la lectura.
¿Y la velocidad lectora, influye en la comprensión lectora? Incrementar la velocidad lectora a toda costa, no siempre es lo más adecuado. La velocidad y comprensión lectora deben estar lo suficientemente equilibradas para lograr una buena lectura. Por lo tanto, el profesor deberá preocuparse tanto de una como de la otra, sin guiarse sólo por cifras de palabras/minutos, ya que muchas veces el alumno puede presentar un excelente puntaje en velocidad lectora pero no lograr una buena comprensión, cuando ésta es evaluada.
En conclusión, lo primero es ver si el alumno está facultado para leer bien y luego, después del chequeo y de una adecuada intervención cuando se requiera, ejercitar paso a paso la comprensión lectora.
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