A raíz de esto último, cobra real importancia contar con una estimulación temprana que nos permita crear, desde pequeños, un hábito en esta materia.

Por ejemplo, Finlandia, unos de los países líderes en educación, comienza a enseñar a leer a sus alumnos recién a los siete años de edad, ya que -según especialistas del país nórdico- es en esta etapa cuando el niño se encuentra apto para internalizar dichos conocimientos. No obstante, los finlandeses comienzan un proceso de estimulación muy temprana –padres le leen a sus hijos desde muy pequeños- lo que les permite llegar a la edad del aprendizaje con una noción clara de la lectoescritura, permitiéndoles asociar de manera más rápida los conocimientos impartidos.

Hoy en Chile, según la reciente “Prueba de Comprensión Lectora” aplicada a 1.217 personas a lo largo del país, un 84% de los chilenos demuestra no comprender lo que lee, menos aún cuando el texto no es de su interés o sus contenidos son complejos. Por esto, las metodologías que se enseñan para aprender a leer y a escribir son tan importantes, como también el rol que juegan los padres y educadores desde un principio, ya que esta conexión permitirá mejorar de manera sustentable los resultados en esta materia.

No olvidemos que la lectoescritura es la columna vertebral de nuestro proceso educativo, arista fundamental para las otras áreas del conocimiento.

José Luis Lagos A. 
Director de Comunicaciones – Director/Editor Revista Educar