En medio de las revueltas estudiantiles, paros y manifestaciones conversamos con el doctor Pablo Verdier, psiquiatra de la Universidad Católica y experto en educación de la sexualidad y afectividad en los jóvenes. Se trata de un tema, dice, que forma parte de la personalidad y que por ello, no ‘debe dejarse a un lado’.

-¿Por qué crees que es tan importante la educación de la sexualidad y afectividad en los jóvenes?

Todas las áreas de la personalidad humana han de ser educadas. Por si misma, la persona -los niños y jóvenes- no podrían alcanzar grandes cosas si no son apoyados por adultos bien formados e interesados en su crecimiento. La sexualidad y la afectividad no escapan a esta regla general de la existencia humana. En particular, a estas áreas si se las deja a su primer impulso, sin el concurso de la razón y de los valores, los resultados pueden ser no solo conductas equivocadas, sino conductas que dañan y dejan huellas imborrables, que marcarán a la personalidad toda.

-Hombres y mujeres son distintos, pero complementarios, entonces ¿se les debe educar en forma distinta en temas de sexualidad y afectividad?

-Hombres y mujeres somos iguales en dignidad, pero diferentes en nuestro modo de ser, No hay área de la vida humana donde las diferencias psicológicas y afectivas entre hombre y mujer no se hagan notar. En las áreas sexual y afectiva, quizás sean aquellas en las que estas diferencias sean más notorias y determinantes. Negar esta diferencia es una injusticia, en la que sale perdiendo la mujer. No guste o no, nos resulte machista o no, hay que decir que en estos temas, o la mujer humaniza al hombre, o él se embrutece, y ella lo padece.

-Vivimos en una sociedad convulsionada, ¿crees que es más difícil educar sobre estos temas?

-Sí, sin duda. Hoy los medios de comunicación clásicos, más las nuevas redes sociales, y todo el mundo de internet en general, ha invadido no sólo a la intimidad familiar, sino también a la intimidad personal. A cualquiera le ha pasado que haciendo uso sano de estos recursos, de golpe y sin quererlo, se le cuela una imagen, un anuncio, con contenidos que por su fuerza sensorial, impacta la sensibilidad. A ello hay que sumarle el alza en la ignorancia moral de la población en general, la desidia en querer ser mejor persona, el espíritu de inmediatez, el leitmotif de la cultura actual entorno a la diversión. Todo esto hace que la vida quede privada de ideales, de motivos duraderos por los cuales luchar. En este contexto, la educación de la sexualidad y de la afectividad reviste notas de ‘lucha contra molinos’.

-¿Qué papel, a tu juicio, cumplen los medios de comunicación en la educación de la sexualidad y afectividad?

Desgraciadamente, los medios juegan un flaco papel en una sana educación sexual y afectiva. Además de lo dicho en la pregunta anterior, hay que agregar que nos presentan modelos de ‘felicidad’ rápida, que gira en torno a éxitos efímeros, sensualidad burda y grotesca. A nadie le interesa la educación de los jóvenes sino a sus padres. Al resto de las instancias sociales, los niños y jóvenes son individuos a quienes hay que venderles algo, un objeto a convencer que consuma otro objeto.

-¿De qué manera los profesores pueden abordar estos temas en la sala de clases con sus alumnos?

En cursos de básico, será mejor evitarlo, y dejárselo a los padres. En caso que sea imposible por alguna razón particular, siempre será más prudente y delicado hacerlo separando niñas de niños. En la media, se podrá hablar de estos temas, con seriedad y claridad, sin morbo ni chabacanería y contextualizando al dato fisiológico en un marco humano y valórico. De no ser así, sería mera biología humana, y por tanto un fraude. Si se dice ‘educación sexual’, se entiende que no es biología humana; obviamente la supone, pero también supone algo más. No somos animalitos.